En la noche brilla tu luz.
De dónde, no lo sé.
Tan cerca parece y tan lejos.
Cómo te llamas, no lo sé.
Lo que quiera que seas:
luce, pequeña estrella
(Según una vieja canción infantil de Irlanda).
De dónde, no lo sé.
Tan cerca parece y tan lejos.
Cómo te llamas, no lo sé.
Lo que quiera que seas:
luce, pequeña estrella
(Según una vieja canción infantil de Irlanda).
Al volver la portada de Momo, de Michael Ende (Alfaguara Juvenil 2007), lo primero que encuentra el lector es éste fragmento de una antigua canción infantil irlandesa con el que Michael Ende, el autor de Momo, quizá nos está enviando ya el primer mensaje sobre la protagonista de nuestra historia. Y es que la descripción que la canción irlandesa hace de una estrella bien podría aplicarse a Momo: apenas sabemos quién es ni por qué se llama como se llama, pero a lo largo de las páginas iremos conociendo de ella lo importante. Veremos su luz. Y eso es mucho mejor que una biografía.
Momo es, en realidad, una historia sencilla. Sencilla, que no simple. Su protagonista, Momo, es una niña vagabunda, solitaria y presumiblemente huérfana (aunque esto es una inferencia del lector, puesto que en el libro no se habla de su situación familiar) que tiene un talento especial para rodearse de amigos y para aprovechar el tiempo. Pero aprovecharlo bien, no como nosotros entendemos su aprovechamiento sino haciendo del tiempo un uso vital. Viviendo el tiempo incluso aunque esté mirando a las musarañas.
Momo es el título de una novela estupenda escrita por Michael Ende, uno de mis escritores favoritos. Recuerdo que fue uno de los primeros libros que me regalaron y que me enamoró desde la primera página, tanto su historia como sus sencillas imágenes, no por ello carentes de belleza.
Momo es, en realidad, una historia sencilla. Sencilla, que no simple. Su protagonista, Momo, es una niña vagabunda, solitaria y presumiblemente huérfana (aunque esto es una inferencia del lector, puesto que en el libro no se habla de su situación familiar) que tiene un talento especial para rodearse de amigos y para aprovechar el tiempo. Pero aprovecharlo bien, no como nosotros entendemos su aprovechamiento sino haciendo del tiempo un uso vital. Viviendo el tiempo incluso aunque esté mirando a las musarañas.
Momo es el título de una novela estupenda escrita por Michael Ende, uno de mis escritores favoritos. Recuerdo que fue uno de los primeros libros que me regalaron y que me enamoró desde la primera página, tanto su historia como sus sencillas imágenes, no por ello carentes de belleza.
Se hicieron algunas películas en base a esta novela, pero tengo que reconocer que todavía no he visto ninguna. Hasta que las vea, creo que prefiero quedarme con el libro :)
Es un libro minimalista a simple vista pero que esconde un gran tesoro en el interior. Sin duda tengo muchas ganas de volver a leerlo...
Michael Ende también escribió:
- El ponche de los deseos
- La historia interminable
-Jim Botón y Lucas el Maquinista (1960)
-El libro de los monicacos (1970)
-Tragasueños (1978)
-Jojo: Historia de un saltimbanqui (obra de teatro, 1982)
-El ponche de los deseos (1989)
Tengo la suerte de tener todos estos libros (y de haberlos leído claro jeje), de "La historia interminable" puedo hablar horas y horas... y sí, la he visto en el cine. Por algo Ende es de mis escritores favoritos, por su genialidad a la hora de describir paisajes, personajes... una vez que abres un libro de Michael Ende te transformas automáticamente en un "Bastian" que vive la historia que lee como si estuviera dentro de ella y fuera un personaje más de la misma.
Momo es una novela escrita por Michael Ende, publicada en 1973 y subtitulada Los caballeros de gris o Los hombres de gris. Trata sobre el concepto del tiempo y cómo es usado por los humanos de sociedades modernas. También trata de la estafa, porque los hombres de gris quieren estafar a los humanos porque ellos viven de su tiempo. Así que los hombres de gris estafan a los humanos con cifras de tiempo. El título completo en alemán es Momo oder Die seltsame Geschichte von den Zeit-Dieben und von dem Kind, das den Menschen die gestohlene Zeit zurückbrachte (Momo, o la extraña historia de los ladrones de tiempo y de la niña que devolvió el tiempo a los hombres.)
Idea principal
La idea principal de Momo puede ser visto como una crítica al consumismo. Muestra el peligro de verse seducido por los intereses ocultos de empresas que cuentan con el suficiente poder como para influir en el estilo de vida de la gente. En el mismo sentido es también una profunda crítica al modelo racional de concebir el tiempo, un modelo economicista que olvida esos pequeños momentos y sensaciones que sin tener valor económico y por tanto puedan parecer superfluas, son realmente importantes en la vida humana que siempre tiene una vertiente espiritual.
La idea principal de Momo puede ser visto como una crítica al consumismo. Muestra el peligro de verse seducido por los intereses ocultos de empresas que cuentan con el suficiente poder como para influir en el estilo de vida de la gente. En el mismo sentido es también una profunda crítica al modelo racional de concebir el tiempo, un modelo economicista que olvida esos pequeños momentos y sensaciones que sin tener valor económico y por tanto puedan parecer superfluas, son realmente importantes en la vida humana que siempre tiene una vertiente espiritual.
"—Qué muñeca tan bonita tienes —dijo con una voz
sorprendentemente monótona—. Todos tus amiguitos te la envidiarán.
Momo sólo se encogió de hombros y se calló.
—Seguro que ha sido muy cara, ¿no? —continuó el hombre gris.
—No lo sé —murmuró Momo con timidez—, la he encontrado.
—¡Qué cosas! —respondió el hombre gris—. Me parece que eres muy afortunada.
Momo volvió a callar y se arrebujó más en su chaquetón demasiado grande. El frío aumentaba."
Personajes principales
Momo
Es una niña que, ante todos los habitantes de la ciudad, tiene una habilidad especial para escuchar. Tiene muchos amigos que van a visitarla a su casa en el viejo anfiteatro. Es la principal enemiga de los Hombres Grises o Ladrones de tiempo.
Desde el principio de la historia, se deja claro que Gigi Cicerone y Beppo Barrendero son sus dos mejores amigos, a pesar de estar rodeada de personas. Será acompañada por la tortuga Casiopea en su aventura contra los Hombres Grises.
Casiopea
Es la tortuga del maestro Segundo Minuto Hora. Es una tortuga normal y corriente excepto porque es capaz de comunicarse haciendo formas de letras en su caparazón.
También es capaz de saber qué ocurrirá con media hora de antelación, pero no lo que pasará hasta entonces. Como ella misma dice, no puede cambiar el futuro, sólo conocerlo de antemano. Mientras huyen por la ciudad de los hombres grises, Momo y Casiopea los evitan gracias a que la tortuga sabe dónde no estarán los ladrones del tiempo con media hora de antelación para esquivarlos. Así también sabrá que ambas se separarán en un momento de la persecución, aunque no pueda evitarlo. También sabe que se encontrarán de nuevo posteriormente, por lo que Momo sigue corriendo sin rumbo esperando volver a encontrarla.
El maestro Segundo Minuto Hora
Es el que da el tiempo a los hombres. Envia a Casiopea a buscar a Momo para salvarla de los hombres grises y enseñarle el concepto del tiempo. En la segunda visita de Momo, decide dejar de dar tiempo a los hombres para que el mundo se pare y los hombres grises se queden sin tiempo, haciendo más fácil la tarea de Momo, que consiste en buscar y encontrar el lugar donde los hombres grises guardan el tiempo, con una flor de una hora para sobrevivir y no quedarse parado como los demás humanos.
Los hombres Grises
Los hombres Grises son unas "personas" (en el libro no se da a entender que son) y que intentan (y consiguen) hacer que los humanos ahorren tiempo para ellos guardarlo. Sin embargo, en realidad el tiempo que los humanos ahorran es tiempo perdido, dado que los hombres grises lo roban y viven de él, dado que, por así decirlo, están locos por el tiempo y necesitan todo el que puedan. Sus enemigos son los niños, que no entienden el tiempo ni los negocios y, en especial Momo, que hace perder el tiempo a los humanos, dado que escucha sus problemas (y eso puede llevar mucho tiempo). Un hombre gris intenta disuadirla con una muñeca completa, con modelos, amigos, familiares y novios. Sin embargo, Momo no puede escucharlo y le replica que la muñeca no le puede amar. Es entonces cuando el hombre le cuenta la tapadera con su verdadera voz. Entonces es cuando los hombres grises deciden darle caza. Los hombres grises, para sobrevivir, cogen los petalos de las flores del tiempo y se los fuman. De hecho, si por error o intencionadamente, el cigarrillo pierde el contacto con su boca, mueren.
Gigi Cicerone
Su verdadero nombre es Girolamo. Junto con Beppo el Barrendero, es el mejor amigo de Momo. Es un magnífico cuentacuentos.
Tras la desaparición de Momo, los Hombres Grises le compran haciéndole famoso por sus cuentos. Al principio todo va bien, pero con el tiempo deja de tener imaginación. Pero eso no le impide seguir, haciendo algo que nunca había hecho: repetir las historias. Tras contar la última historia que tenía, que había sido un regalo a Momo, Gigi siente que está vacío por dentro. también repitió esta. Pero nada de eso parece afectar a su fama.
Un día decide utilizar su influencia para contar toda la historia de los Hombres Grises, quienes inmediatamente van a verle y le amenazan con quitarle toda la fama. Asustado, Gigi se resigna y sigue traicionando sus principios. Momo le visita un día y Gigi, entre prisas, le pide que se quede con él, para que pueda volver a hacer nuevas historias. Pero Momo comprende que ese no es el camino y le deja marchar.
Beppo Barrendero
Beppo el Barrendero. Hombre tranquilo y pausado, lento incluso para hablar, a veces tarda días en responder, lo cual hace que mucha gente piense que es un poco corto. Simplemente reflexiona bien lo que dice, vive su tiempo más despacio que el resto. El arte de la paciencia hace que en el fondo posea mucha sabiduría.
Cuando Momo desaparece, los Hombres Grises le hacen creer que la tienen secuestrada y que tiene que pagar un rescate en tiempo. Agobiado, el miedo le vence. Acorralado y engañado, acaba trabajando rápida y descuidadamente a todas horas para intentar pagar el enorme rescate, apenas parando a comer y descansar unos segundos. Cuando Momo huye por la ciudad paralizada, lo encuentra petrificado, con la barba descuidada y muchas ojeras. Entonces Momo comprende la verdadera dimensión de la invasión de los Hombres Grises.
Para saber más de Michael Ende:http://es.wikipedia.org/wiki/Michael_Ende
Fuentes: Wikipedia
www.elbuscalibros.com
www.elbuscalibros.com
Imagenes: Google
Así comienza Momo...
Primera parte:
Momo y sus amigos I
Una ciudad grande y una niña pequeña
"En los viejos, viejos tiempos cuando los hombres hablaban todavía muchas otras lenguas, ya había en los países ciudades grandes y suntuosas. Se alzaban allí los palacios de reyes y emperadores, había en ellas calles anchas,
callejas estrechas y callejuelas intrincadas, magníficos
templos con estatuas de oro y mármol dedicadas a los dioses; había mercados multicolores, donde se ofrecían mercaderías de todos los países, y plazas amplias donde la gente se reunía para comentar las novedades y hacer o escuchar discursos. Sobre todo, había allí grandes teatros. Tenían el aspecto de nuestros circos actuales, sólo que estaban hechos
totalmente de sillares de piedra. Las filas de asientos para los espectadores estaban escalonadas como en un gran embudo.
Vistos desde arriba, algunos de estos edificios eran
totalmente redondos, otros más ovalados y algunos hacían un ancho semicírculo. Se les llamaba anfiteatros.
Había algunos que eran tan grandes como un campo de fútbol y otros más pequeños, en los que sólo cabían unos cientos de espectadores. Algunos eran muy suntuosos, adornados con columnas y estatuas, y otros eran sencillos, sin decoración.
Esos anfiteatros no tenían tejado, todo se hacía al aire
libre. Por eso, en los teatros suntuosos se tendían sobre las filas de asientos tapices bordados de oro, para proteger al público del ardor del sol o de un chaparrón repentino. En los teatros más humildes cumplían la misma función cañizos de mimbre o paja. En una palabra: los teatros eran tal como la gente se los podía permitir. Pero todos querían tener uno, porque eran oyentes y mirones apasionados.
Y cuando escuchaban los acontecimientos conmovedores o cómicos que se representaban en la escena, les parecía que la vida representada era, de modo misterioso, más real que su vida cotidiana. Y les gustaba contemplar esa otra realidad.
Han pasado milenios desde entonces. Las grandes ciudades de aquel tiempo han decaído, los templos y palacios se han derrumbado. El viento y la lluvia, el frío y el calor han limado y excavado las piedras, de los grandes teatros no quedan más que ruinas. En los agrietados muros, las cigarras cantan su monótona canción y es como si la tierra respirara en sueños."
Pepita Gominola :)
Así comienza Momo...
Primera parte:
Momo y sus amigos I
Una ciudad grande y una niña pequeña
"En los viejos, viejos tiempos cuando los hombres hablaban todavía muchas otras lenguas, ya había en los países ciudades grandes y suntuosas. Se alzaban allí los palacios de reyes y emperadores, había en ellas calles anchas,
callejas estrechas y callejuelas intrincadas, magníficos
templos con estatuas de oro y mármol dedicadas a los dioses; había mercados multicolores, donde se ofrecían mercaderías de todos los países, y plazas amplias donde la gente se reunía para comentar las novedades y hacer o escuchar discursos. Sobre todo, había allí grandes teatros. Tenían el aspecto de nuestros circos actuales, sólo que estaban hechos
totalmente de sillares de piedra. Las filas de asientos para los espectadores estaban escalonadas como en un gran embudo.
Vistos desde arriba, algunos de estos edificios eran
totalmente redondos, otros más ovalados y algunos hacían un ancho semicírculo. Se les llamaba anfiteatros.
Había algunos que eran tan grandes como un campo de fútbol y otros más pequeños, en los que sólo cabían unos cientos de espectadores. Algunos eran muy suntuosos, adornados con columnas y estatuas, y otros eran sencillos, sin decoración.
Esos anfiteatros no tenían tejado, todo se hacía al aire
libre. Por eso, en los teatros suntuosos se tendían sobre las filas de asientos tapices bordados de oro, para proteger al público del ardor del sol o de un chaparrón repentino. En los teatros más humildes cumplían la misma función cañizos de mimbre o paja. En una palabra: los teatros eran tal como la gente se los podía permitir. Pero todos querían tener uno, porque eran oyentes y mirones apasionados.
Y cuando escuchaban los acontecimientos conmovedores o cómicos que se representaban en la escena, les parecía que la vida representada era, de modo misterioso, más real que su vida cotidiana. Y les gustaba contemplar esa otra realidad.
Han pasado milenios desde entonces. Las grandes ciudades de aquel tiempo han decaído, los templos y palacios se han derrumbado. El viento y la lluvia, el frío y el calor han limado y excavado las piedras, de los grandes teatros no quedan más que ruinas. En los agrietados muros, las cigarras cantan su monótona canción y es como si la tierra respirara en sueños."
Pepita Gominola :)
Molaaaa!. Lo leí y tiene buena pinta :). Solo el nombre de momo ya es chulo
ResponderEliminarYo lo recuerdo con mucho cariño, la verdad que tengo suerte de tener un montón de libros que son un tesoro!! ;)
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