Hola a todos!!
Hoy os traigo un nuevo tema que, seguramente os puede interesar, a mí, personalmente siempre me ha preocupado bastante y es la sobreprotección que muchos padres tienen con sus hijos.
Personalmente creo que los padres piensan realmente que esa forma de actuar y/o educar favorece a sus hijos, pero más bien al contrario, les perjudica muchísimo. Si los padres quieren tener unos hijos que no sean inseguros ni miedosos, no deben sobreprotegerlos en exceso.
Hay padres que desconocen lo que se le puede exigir al niño y fomentan conductas más infantiles de lo que le corresponde por su edad. En otras ocasiones, no dejan que el niño haga determinadas cosas porque a ellos, evidentemente, les sale mejor y lo hacen en menos tiempo. Otros piensan que es mejor hacerles la vida más fácil y procuran anticiparse a cualquier necesidad y demanda de su hijo antes de que él mismo lo pida. Los hay que prefieren evitar enfrentamientos porque no les resulta fácil mantenerse con firmeza en situaciones estresantes o incluso simplemente porque el niño tiene una cara encantadora que camela.
Consecuencias de sobreproteger al niño
Si en lugar de apoyar al niño, sugerirle y guiarle para que aprenda por sí mismo, le imponemos, vigilamos y le damos todo solucionado, lejos de ayudarle a crecer, el niño tendrá un escaso desarrollo de sus habilidades (vestirse, comer...) y adoptará una postura de pasividad y comodidad, ya que interiorizará que sus padres, de los que tendrá una gran dependencia, siempre están dispuestos a ayudarlo. Su autoestima será baja y tendrá poca seguridad en sí mismo, creyéndose incapaz de resolver sus dificultades. Le costará mucho tolerar frustraciones, posponer las gratificaciones y no sabrá valorar lo que tiene.
Rehuirá los problemas en vez de tratar de enfrentarse a ellos y no sabrá cargar con las consecuencias de sus propios actos... En resumen, será una persona inmadura y débil que podrá dejarse llevar con más facilidad por las malas amistades o por el ambiente que le rodea.
Ideas que ayudan a los niños y padres
Si supiéramos lo importante que es para el desarrollo de su personalidad que los niños logren hacer las cosas sin ayuda, les dejaríamos actuar solos en más ocasiones.
Cuando el niño nos pida ayuda, lo esencial es darle las sugerencias con las que solucionar el problema él mismo, con sus propios recursos.
Es normal que el niño cometa errores, pero no nos anticipemos para evitar el tropiezo.
Lo positivo es hacerle ver que cada vez le van saliendo mejor las cosas. Si se quiere realmente ayudar al niño, hay que preguntarle a él si nos necesita y, en el caso de que reclame nuestra ayuda, conviene averiguar qué es lo que realmente precisa. Hay que tomarse el tiempo necesario para permitir que el niño se desenvuelva solo.
Debemos explicar al niño las razones de nuestras acciones, de modo que pueda actuar por sí solo, aun cuando no haya un adulto a su lado que le indique cómo hacerlo.
No le ahorremos sacrificios razonables: el niño puede perfectamente colaborar en tareas domésticas como poner la mesa, hacerse la cama, recoger su cuarto, sacar la basura o aprender a no dar excesiva importancia a una situación de escasez o incomodidad.
Ante un niño tímido, los padres deben procurar que salga más de casa, que abra más su círculo de amistades, que comparta sus cosas, etc., pero no forzándole, sino dándole ideas y predicando con el ejemplo, de lo contrario, con los años puede acabar siendo una persona temerosa, solitaria, arisca o desconfiada. Frente a situaciones que les puedan resultar complicadas, en lugar de evitarlas debemos prepararlos a través del diálogo. Debemos protegerle de los peligros verdaderos, pero sin llegar al extremo de convertirle en una persona débil y temerosa.
Las experiencias de los niños
El niño necesita probar, saborear sus éxitos, tratar de mejorar y alcanzar metas difíciles, competir, superar sus fracasos... y poder entender los sentimientos de los demás. Hay que prepararle para que pueda participar en la sociedad y para ello no hay que disimularle la realidad cotidiana, hay que permitirle que descubra el significado de los triunfos, de las decepciones, de los gozos y de los desconsuelos, propios y ajenos.
Fomenta el sentimiento de triunfo
Si le facilitamos la suficiente confianza en sí mismo para que pueda pensar y sentir por sí solo y le dejamos enfrentarse a las dificultades propias de su edad, podrá extraer recursos y estrategias que le harán sentirse triunfante y le servirán para arreglárselas sin sus padres en un futuro.
La mamá y el papá tienen el deber de ayudar a su hijo a construir una imagen interior de sí mismo lo más positiva posible, en la que también se deberá apoyar cuando la realidad no le sea muy favorable. Para conseguirlo, es preciso medir la protección necesaria, así como los estímulos para conocer el mundo y para ser autónomo.
Qué hacer
- Transmitir al niño una percepción tranquilizadora del mundo. Ver peligros por todas partes y no concederle gradualmente la autonomía necesaria le crea mucha inseguridad. Añadir también una dosis de ansiedad constante significa correr el riesgo de bloquear o retrasar muchos de sus descubrimientos.
- Tratar de darle ejemplo, mostrándole que, aunque se equivoque y las cosas no vayan como querría, siempre existe la posibilidad de solucionar los problemas. El niño hace suya esta actitud a partir del ambiente en el que crece, y la “absorbe” por imitación.
- Recordar que la sobreprotección de los padres, a la larga, afecta al niño. El pequeño sobreprotegido puede desarrollar una sensación de inferioridad y de incapacidad, permaneciendo excesivamente ligado y dependiente de los padres.
- Hay que dar confianza al niño cuando asegura que “no puede” hacer algo. En los primeros años, el niño debe aprender muchas habilidades, y sus movimientos se deben perfeccionar. Cuando se desanima y habla de sí mismo subrayando únicamente la parte negativa (“no puedo”), es importante rebatir su punto de vista, demostrándole que sí sabe hacer muchas cosas solo.
- El hecho de sentir que mamá y papá se ocupan de él le aporta una gran seguridad. Elogiarle cuando logra hacer algo solo, o ayudarle sin dramatizar cuando tropieza y se cae, son otros estímulos que le ayudan a aumentar su autoestima.
- Inculcar demasiado miedo puede frenar la vitalidad de los niños y, en cualquier caso, hacerles escoger el camino equivocado. Algunos estudios han relacionado un comportamiento excesivamente timorato de los padres con comportamientos transgresivos y agresivos de los hijos, una vez son mayores.
Qué no hacer
- No infravalorar los miedos del niño, pero tampoco exagerar con la compasión. Cuando se le dice “pobrecito”, en realidad, sólo se están atenuando los efectos del consuelo. De hecho, al niño le parecerá que existe una amenaza real a la que debe temer.
- No excederse con las advertencias del tipo “cuidado, que te vas a caer”, o “no vayas allí, que es peligroso”. Repetir estas frases continuamente tratando de evitar el enfrentamiento inevitable con el riesgo puede crear en el niño el miedo a no ser capaz de defenderse y dominar su integridad.
- No hacer las cosas por él cuando no puede hacer algo. Protegerle de las frustraciones no le ayuda a ser autónomo. La autoestima del niño se forma en los primeros años de vida, en función de los juicios que se expresan sobre su persona y sobre sus capacidades.
- No intervenir enseguida en cuanto el pequeño sufre un acto de prepotencia por parte de otro niño de su edad. De lo contrario, nunca aprenderá a defenderse solo y siempre recurrirá a la ayuda de los padres.
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Desde el nacimiento, el niño se enfrenta con frustraciones y pequeñas derrotas. Para él, constituyen los primeros momentos difíciles de la vida. No les sobreprotejas demasiado".
Muchas gracias por leerme :)
Imagen: Kathy Hare
www.conmishijos.com
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